Ser Illidari: Abrirse camino a través de Mardum


El Abismo Devastado

Como unas fauces abiertas de par en par, Mardum se alza frente a mí. Aquí la energía vil fluye con libertad, y su presencia me atrae y repele a la vez. No estoy sola en mi primera incursión en esta tierra desolada. Hay otros como yo, otros que han abrazado las enseñanzas de lord Illidan y creen, como él, que para derrotar a la Legión Ardiente debemos sacrificarlo... todo.

Hace eones, Sargeras erigió Mardum como prisión para demonios. Al mismo tiempo creó la piedra angular sargerita para encerrarlos.

Pero cuando el Titán decidió aniquilar toda la creación, destrozó Mardum en mil pedazos, que salieron despedidos a través del Vacío Abisal. Así nació la Legión Ardiente.

Sargeras guardó la piedra angular en este fragmento concreto. Es una especie de llave esqueleto que permite acceder a cualquier mundo de la Legión. Y también es la clave en el plan de lord Illidan para destruir la Legión.

Nuestro objetivo es doble: debemos destruir a los demonios en su propia fortaleza y encontrar la piedra angular sargerita.

El camino a través de Mardum

Mientras avanzo por este paisaje mancillado de vileza destruyo demonios como si hubiera nacido para hacerlo. Trato de contener mi entusiasmo para no alejarme en exceso y salir malherida, aunque no sé si es necesario. Las almas demoníacas que consumo me nutren y multiplican mis fuerzas para que pueda seguir dándoles muerte. Tal como ha dicho lord Illidan, estamos usado su propio poder y sus propias fuerzas contra ellos.

Con los portales de la Legión, invocamos las fuerzas de los Lengua de Ceniza, los nagas y las shivarras. Cada portal requiere un sacrificio, pero es un precio que debemos pagar para librar esta guerra.

El primero en atravesar las puertas, el señor de la batalla Gaardoun, ha traído consigo un regalo de Illidan: un sable vil, una poderosa bestia capaz de sobrevivir en este malhadado lugar. Me servirá bien a la hora de cargar hacia la batalla.

Este lugar está impregnado de energía vil y corrupción.

Un pequeño revés

La Legión ha hecho prisioneros a algunos de los Illidari. Sé que para continuar nuestro asalto debemos contar con todos los guerreros posibles. Sin perder un instante, me hago con las llaves de sus carceleros demoníacos y los libero a todos, para que vuelvan a unirse a la lucha.

Más allá, en la Costa de Magma, Jace Tejeoscuro me pide que espíe a los señores de la Legión. El comandante apocalíptico Beliash y la reina de la progenie Tyranna están conspirando para impedir que sigamos avanzando hacia el volcán donde se guarda la piedra angular.

Una gran necesidad

Lady S'theno de los Cicatriz Espiral nos ha informado de que la situación en el Templo Oscuro es desesperada. Si queremos regresar a tiempo de prestarle ayuda debemos encontrar la piedra angular sargerita cuanto antes.

Corre, cazadora de demonios, ¡corre!

En la posición discutimos la necesidad de atacar la fortaleza arácnida en la que se ha atrincherado la reina de la progenie Tyranna.

El bombardeo de los devastadores de la Legión está sometiendo los resguardos de Jace a una gran presión. Es hora de neutralizarlos.

Nuestros equipos responden con rapidez a la colocación de los estandartes y los devastadores sucumben ante la fuerza destructiva empleada contra ellos. Con el primero cometo el error de acercarme demasiado, pero aprendo la lección y con el siguiente guardo las distancias.

De vez en cuando me encuentro con algunos de los nuestros, que están sufriendo a manos de los trepadores malignos. Están por todas partes. Tardo unos instantes, pero consigo reunir a mis camaradas Illidari y enviarlos de nuevo a esta batalla aparentemente incesante.

La lectura es vil-damental

Hay una madre de diablillos en el Nido Fétido que, según me han dicho, guarda un escrito de secretos viles. Si nos apoderamos de él contaremos con nuevos poderes para hacer frente a la horda demoníaca. No es muy grata a la vista, pero es que ninguno de ellos lo es. Arrebatarle el libro no será tarea fácil.

A la reina de la progenie Tyranna no le ha gustado que haya robado los secretos de la Legión. Los gritos que acompañan a nuestras fuerzas en su avance hacia el lugar donde reposa la piedra angular delatan su desesperación.

En el tomo, que he podido leer en la Posición Illidari, descubro más cosas sobre el poder que se alza ante mí y los demás Illidari que recorren esta senda... o quizá debería decir «estas sendas». Dos en concreto se extienden ante mí: una que lleva al Caos, por la que camino desde que emprendí este viaje a través de Mardum. Si decido seguirla, aprenderé los secretos de la Metamorfosis y a dominar mi Maestría: Presencia demoníaca. La otra es la de la Venganza, donde también podré aprender la Metamorfosis, además de desatar los poderes de Maestría: Sangre vil. Los poderes de mi Haz ocular también cambiarían, reemplazados por algo con más púas... muchas más Púas de demonio.

Abrazo el camino del Caos porque sé que siempre podré aprender el de la Venganza más adelante. No todos pueden contener la energía vil, así que compartir nuestros secretos con otros es siempre una tarea agridulce.

Desplegar las alas

Estoy lista para desplegar las alas —o al menos las de un murciélago vil— para llevar la lucha a la reina de la progenie Tyranna.

La reina de la progenie Tyranna aún se guarda algunos ases en la manga, pero los Illidari también. Avanzo paso a paso, abrazando los poderes que arrebataba a los demonios con los que me he ido cruzando en este lugar maldito. Al morir la reina, la piedra angular sargerita cae en nuestras manos.

Y con ella conseguimos abrir un portal al Templo Oscuro, pero entonces las cosas toman un cariz trágico y decididamente calamitoso...

El paso de los años

Las cosas no han ido como esperábamos: la celadora Maiev Cantosombrío nos ha capturado y hemos pasado años en su prisión. Pero ahora, en la hora más desesperada de Azeroth, nos ha despertado para pedirnos ayuda en la lucha contra la Legión Ardiente.

Una vez que Altruis y Kayn son libres de su prisión, nos abrimos paso a través de la cámara liberando a otros Illidari. Luchar junto a mis camaradas es una cosa, pero hacerlo al lado de las celadoras después de nuestro largo cautiverio resulta sorprendente... como poco.

Tumba del Penitente

Gul'dan ha encontrado el modo de acceder a la cámara donde las celadoras guardan el cuerpo de Illidan. El hecho de que esté en poder de la Legión —incluso en la muerte— no es un buen presagio para nosotros.

Maiev abre la tumba y, para nuestra sorpresa, descubrimos que Gul'dan está allí con la traidora Cordana Cantovil. Se dan a la fuga, pero debemos enfrentarnos a dos de sus sicarios. Las últimas palabras de Maiev para nosotros es que debemos sobrevivir, escapar de allí y buscar al archimago Khadgar.

Una vez derrotadas las criaturas de Gul'dan, nos dirigimos al ascensor, donde encontramos más Illidari luchando contra los demonios interiores. Kayn y Altruis se han adelantado, pero Jace Tejeoscuro, con un murciélago vil en mano, puede acompañarme el resto del camino.

Fuga en el Recinto Demoníaco

No éramos los únicos prisioneros del lugar. Hay otros, que podrían constituir un peligro de verdad si no hacemos nada con ellos. Atravesamos la Cámara de Hielo, la Cámara de la Ley y la Cámara de los Espejos y volvemos a encerrar a esas criaturas en el interior de la cámara. Para salir de aquí, debemos abrirnos paso hasta la Sala del Juicio.

La decisión

Altruis y Kayn están en desacuerdo y debo tomar una decisión. Puede que la poza del juicio me ayude a aclararme los pensamientos, así que escudriño sus profundidades en busca de respuestas.

Ahora que he tomado una decisión, es hora de enfrentarse a Bastillax, reclamar su poder y escapar de esta prisión de una vez para siempre.

Encontramos a Bastillax en el centro de la Cámara de la Noche, rodeado por una hueste de demonios, así que hacemos lo que hacen los cazadores de demonios: matarlos para llegar hasta él.

Trata de aplastarnos entre las sombras, pero perseveramos y hacemos trizas a todos nuestros enemigos, incluido él mismo. Finalmente, me toca a mí consumir su poder. Ya solo nos queda escapar.

Fuera, a campo abierto, nos espera el archimago Khadgar. Parece que sabía de nuestra llegada y nos pide ayuda para salvar Azeroth. Se la prestaremos, claro. Para eso nos hemos sacrificado. Ese es nuestro propósito... Mi propósito.

Partimos hacia Ventormenta. Azeroth —y la libertad— me esperan. El viaje hacia mi destino comienza al fin, y al final me aguarda la Legión Ardiente. Espero que estén preparados.

Fuente: BLIZZ

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