Historia de Diablo: La Guerra del Pecado


En esta serie de artículos, vamos a hacer un poco más de hincapié en la Historia de Diablo. Así como en la cronología nos quedamos en simples fechas, aquí adentraremos un poco más en el tema.

La Guerra Del Pecado

Con el pasó del tiempo, los Demonios Primigenios, descubrieron Santuario. Inmediatamente se dieron cuenta del potencial de la humanidad como arma frente a los Altos Cielos, y crearon un culto llamado El Triuno para atraer a los humanos a su lado. Inarius hizo lo propio con la Catedral de la Luz para combatir a Los Tres. Las dos fuerzas, combatieron en las sombras en Santuario, mientras, los Altos Cielos, seguían desconociendo la existencia de Santuario. Los dos cultos se enzarzaron en una constante y mezquina batalla, pero el mundo seguía su curso. En ocasiones, se inmiscuían en la vida diaria de los humanos, pero únicamente los cargos más altos de cada uno de los cultos conocían la verdadera intención de éstos. Todo esto cambió cuando Lilith escapó de su encarcelamiento. Una vez de vuelta en Santuario, buscó, de nuevo, utilizar a los humanos para su propio beneficio y conquistar tanto los Altos Cielos como los Infiernos Abrasadores.

Durante estos eventos, un hombre llamado Uldyssian, descendiente lejano de Inarius y Lilith, fué atrapado en los dominios de ésta. Sin saberlo Inarus, Lilith le otorgó poderes mágicos marcándolo así. Haciéndolo parecer como si hubiera abatido tanto a Sirvientes del Triuno como a los de la Catedral de la Luz. Lilith se disfrazó de humana y, bajo el nombre de Lylia, indujo a Uldyssian a hacer lo que ella deseaba. Uldyssian pensaba que, esos poderes, yacían latentes en todos los humanos. Seguido por Mendein (su hermano pequeño), Serenthia (una antigua amiga de la familia que amaba ciegamente a Uldyssian e hija del mercader Cyrus;) y Achilios (amigo de la infancia y buen arquero), abandonaron la ciudad de Seram por temor a perder sus vidas. Todos sus vecinos y amigos se volvieron contra Uldyssian, temiendo sus nuevas habilidades y lo que parecía que había hecho con ellos. Uldyssian culpaba al Triuno y a la Catedral de la Luz por la situación en la que estaba y se puso en marcha para despertar esos poderes en otras personas, para poder vivir en su propio mundo y no en uno regentado por éstos. El principio fué duro pero, con la ayuda (aunque sin saberlo) de Lilith, encontró a más y más gente que podía utililzar la magia, uniéndose a él. Se les conoció por el nombre de Edyrem y Uldyssian era su lider.

Esto causó un gran revuelo. Lucion, lider del Triuno e hijo de Mephisto, mandó enemigos muy poderosos a la caza de Uldyssian, entre ellos Malic, Damos, Gulag y Astrogha.

Mientras tanto, Mendeln, llamó la antención de Rathma. Éste era el hijo de Inarius y Lilith, y el primer sirviente de Trag'Oul, un gran dragón conectado a Santuario aunque sin conexión ni con Los Altos Cielos ni Los Infiernos Abrasadores. Rathma acogió a Mendeln como su aprendiz, conviertiéndose así en los primeros Nigromantes.

Lilith, a su vez, entendió que sus planes no podrían salir bien a no ser que algo ocurriera con la Piedra del Mundo. Ésta había sido creada por Inarius tanto para proteger el mundo como para limitar los poderes de los humanos. Mientras estuviera de una pieza, ninguno de sus ejércitos de humanos podría librar batalla. Sin embargo, Uldyssian, tras salir victorioso de una escaramuza con Bul'Kathos, pudo entrar en la Cámara de la Piedra del Mundo junto a Rathma, como su acompañante. Tras eliminar a unos cuantos demonios alados, Rathma sugirió (aunque dudaba que le pudiera convencer) a Uldyssian que intentara modificar la Piedra del Mundo para favorecerle tanto a él como al resto de Edyrems. Lo que hizo Uldyssian, asombró a Rathma y, más tarde, también a Inarius. Alteró la estructura del cristal. Algo que, ni siquiera el propio Inarius, podría arreglar. Este cambio, tuvo consecuencias descomunales y, no sólo no detuvo el despertar de los Nephalem, sino que aumentó la velocidad en la que estos obtenían sus poderes.

Finalmente, Inarius fue arrastrado hacia el conflicto. El tirano de Santuario, que se cosideraba superior a Uldyssian y se negó a contactar directamente con él. Con este pensamiento en mente, mandó a Gamuel, su secuaz de mayor confianza, para asesinar a Uldyssian. Tras el fracaso de su plan, Inarius recurrió a medidas aún más deseperadas, haciendo un pacto con el mismísimo Diablo. En ese momento, los poderes yacentes en los humanos, habían crecido desmesuradamente y el enfrentamiento era inminente. En un principio, Inarius no vió en Uldyssian una gran amenaza, pero, conforme sus esfuerzos por detener al humano continuaban fallando, se desesperó más y más (aunque nunca llegaría a admitirlo). Diablo abordó a Inarius, ofreciéndole una alianza. Juntos derrotarían a Uldyssian y los Edyrem.

Tyrael, descubrió la existencia de Santuario y, poco después, la noticia llegó a los Altos Cielos.

Los Altos Cielos vieron este mundo y a sus habitantes como una abominación, actuando de manera acorde, enviaron sus ejércitos hacia allí. Trag'Oul, el guardián de Santuario, utilizó sus poderes para ocultar su localización de los ángeles, aunque no pudo hacerlo eternamente. Uldyssian e Inarius se enfrentaron en una batalla que, sin lugar a dudas, fué la más fiera que nunca había tenido lugar en el mundo. Durante esta batalla y, haciendo gala de su fuerza colosal, el terreno cambiaba constantemente. En un momento dado, una lágrima apareció en el cielo cuando las huestes de ángeles llegaron a Santuario. Poco después, el cuerpo de Uldyssian se imbuyó de energía, adquiriendo un mayor conocimiento sobre Santuario y, así, permitiéndole romper el vínculo que tenía Inarius con la Piedra del Mundo. Sin el poder que le otorgaba ésta, Inarius fué fácilmente derrotado y encerrado hasta que El Consejo de Angiris decidiera más adelante su sino. Tras la llegada de los ángeles, Tyrael encontró a Uldyssian y lo encadenó. Los demonios, decidieron que no permitirían a los ángeles destruir lo que habían estado aprovechando, saltando al campo de batalla, iniciando así una guerra a tres bandas. Los ángeles a un lado, los demonios en el otro y los Edyrem atrapados entre ellos. Aún estando prisionero, Uldyssian, tuvo que ver como su gente se enfrentaba tanto a unos como a otros. Dominado por un estallido de emociones, consigió liberarse de las cadenas de Tyrael y exigió a los ejércitos que se detuvieran. Sorprendentemente, todos quedaron totalmente paralizados. Aprovechó para eliminar tanto a los demonios como a los ángeles de Santuario. Comenzó a reconstruir lo que la batalla había destrozado e intentar dejarlo tal y como era todo antes de ésta, pero sus poderes se negaban a cooperar y, en lugar de reparar los daños, agravaron aún más los desperfectos. En este momento, se dió cuenta que lo único que podía hacer era retener en si mismo esa destrucción y, haciendo acopio de todo su poder, lo hizo. Tras esto, Trag'Oul le guió hasta El Vacio, liberándolo allí.

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