Cuando Sylvanas Brisaveloz atraviesa el velo entre la vida y la muerte, vosotros y vuestros aliados sois devorados por las Fauces, donde los más retorcidos están condenados a sufrir durante toda la eternidad. Por suerte, los campeones de Azeroth logran huir y no tardan en dar con los nobles kyrianos en Bastión. Hace mucho que no pasa un alma por su fulgurante reino, y los lugareños están atónitos ante la llegada de mortales vivos. Sin embargo, pronto se hace evidente que bajo la fachada reluciente de Bastión yace la inquietud: el ánima de los kyrianos —la esencia nacida del alma que alimenta su servicio eterno— está al filo de agotarse por completo.

Antes de que podáis ayudarlos —e instarlos a que se tomen en serio vuestras advertencias acerca de Sylvanas y la horripilante verdad de las Fauces—, debéis demostrar vuestra valía y superar todas las pruebas para ascender y obtener las alas kyrianas.

• ¿No tenéis claro si de verdad habéis abandonado el mundo de los vivos? Somos conscientes de que esta nueva realidad puede resultar difícil de aceptar. No sois los primeros, ni seréis los últimos, en cuestionar la naturaleza de vuestra propia existencia.

Vuestra primera parada en Bastión es el Vestíbulo de la Eternidad. Este santuario impoluto, similar a otros lugares kyrianos, está patrullado por centuriones alimentados por ánima y se mantiene siempre inmaculado y radiante gracias al concienzudo trabajo de los administradores, que limpian cada adoquín a mano hasta dejarlo reluciente.

Allí es donde iniciaréis vuestro entrenamiento de Ascensión, purificando vuestra alma por medio de una limpieza ritual que elimina las taras de la mortalidad.

• Escuchad el relajante repique de las campanas flotantes mientras os quitáis el polvo de la vida en estanques sagrados.

Al prepararos para la Ascensión, os adentraréis aún más en los resplandecientes campos de Bastión. Es una oportunidad única para demostrar vuestra valía a los kyrianos.

Fuente: BLIZZ

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