Hace exactamente 20 años, un jugador con más entusiasmo que paciencia inauguró en cierta forma los memes en World of Warcraft. El 11 de mayo de 2005, Leeroy Jenkins irrumpió —literalmente— en la memoria colectiva de toda una generación al gritar su nombre y lanzarse de cabeza a una sala repleta de enemigos en World of Warcraft, provocando la ruina de su grupo… y el nacimiento de una leyenda.
El video, subido por la hermandad <PALS FOR LIFE>, mostraba una escena aparentemente común para cualquier jugador de WoW: un grupo de aventureros reunidos en las puertas de la Cumbre de Roca Negra (Blackrock Spire), discutiendo meticulosamente una estrategia para el siguiente enfrentamiento. La preparación era impecable, las estadísticas estaban calculadas y todo parecía bajo control… hasta que Leeroy, tras regresar de estar AFK, decide ignorarlo todo y gritar el ya mítico:
"LEEEEROOOOOY JENKINS!"
El resultado fue catastrófico: un wipe total del grupo, gritos de frustración, incredulidad generalizada… y un video que en cuestión de días se convirtió en uno de los primeros virales de la cultura gamer.
Lo que comenzó como un chiste interno entre amigos terminó siendo una de las escenas más reconocidas en la historia de los videojuegos. El fenómeno trascendió World of Warcraft, dando lugar a incontables referencias en películas, series, anuncios publicitarios, y por supuesto, en otros videojuegos.
Conscientes de la magnitud del momento, los propios desarrolladores de Blizzard decidieron rendir homenaje al grito más famoso de Azeroth. En el juego, los jugadores pueden obtener el logro “¿Leeeeeeeeeeeeeroy...?” y desbloquear el título “Jenkins”, una insignia de honor (o advertencia, según se mire) que miles de jugadores llevan con orgullo.
Leeroy Jenkins no solo es uno de los memes fundacionales de la cultura gamer. Es también símbolo de lo impredecible, de lo espontáneo, de esa chispa de caos que a veces convierte un videojuego en una experiencia inolvidable. En tiempos donde el contenido viral es cuidadosamente calculado, Leeroy nos recuerda el poder de lo auténtico, de lo improvisado y del juego por el juego mismo.
En estas dos décadas, World of Warcraft ha vivido incontables momentos épicos, ha lanzado expansiones, rediseñado mundos y sumado millones de jugadores. Pero ningún jefe final ni cinemática ha dejado una marca tan profunda como aquel instante en la Cumbre de Roca Negra.
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